Temperamento y liderazgo político


En la ruta hacia la segunda vuelta electoral del 19 de octubre, esta semana se produjo el primer encuentro entre Rodrigo Paz y Tuto Quiroga. Paz, con tono reflexivo y sereno, planteó la grave crisis económica nacional y le pidió a Quiroga un acto de madurez política: que retire su candidatura para unir esfuerzos en la construcción de un gobierno de transición capaz de implementar los cambios urgentes que Bolivia hoy requiere.

Quiroga respondió en Twitter con dureza, acusándolo de querer “coronarse” y hasta insinuó que Paz representaba una amenaza para su seguridad. La propuesta de Paz se sustenta en la Ley Electoral, que permite evitar la segunda vuelta hasta el 3 de septiembre bajo ciertos requisitos, y no contradice la democracia ni desconoce la voluntad popular. Sin embargo, la reacción de Quiroga desvió el debate central hacia lo personal, con descalificaciones que bloquean la posibilidad de consensos en un momento de crisis.

Este primer intercambio pone en evidencia la importancia del temperamento en el liderazgo. La humildad y la apertura al diálogo fortalecen la confianza y la cohesión social, en cambio, el orgullo, la rigidez y la confrontación profundizan la división.

¿Qué tipo de liderazgo requiere Bolivia para impulsar el reencuentro nacional, la convivencia pacífica y el progreso equitativo? Según Robert D. Putnam, las sociedades necesitan capital social basado en confianza, reciprocidad y compromiso cívico. Ante la polarización y la incertidumbre, Bolivia necesita liderazgos renovadores capaces de conciliar y reconstruir nuestro tejido social y la esperanza. Esta renovación debe ser política, ética y también emocional.

El temperamento importa y deja una huella duradera. En la búsqueda de líderes, la sociedad debe valorar no solo la competencia técnica, sino el carácter que favorece la unidad y la reconciliación.

Es momento de reconstruir la moral pública y superar la conflictividad.

La decisión de octubre será crucial: o mantenemos la misma dinámica de confrontación heredada del MAS o se abre paso a una nueva generación de líderes que marquen un nuevo rumbo para el país, buscando unidad y progreso. La oportunidad está presente; la decisión está en manos de la sociedad, y el momento de elegir es ahora.

Ronald MacLean enseñó en Harvard; 
fue alcalde de La Paz y ministro de Estado.

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