Mi filosofía de vida

Foto: Antonio Suárez


La Política como misión y vocación de vida


La Política, así con mayúscula, ha sido la vocación, afición y pasión de mi vida.


A ella le he dedicado mis años más fructíferos, además de los más felices. A pesar de sus riesgos y sinsabores, he tenido con ella una relación de respeto y sana distancia. La he practicado con nobleza y cariño porque es la forma más elevada de servir y amar al país de uno y, por lo tanto, a su gente.

Si existe una forma de contribuir al progreso y la felicidad de una nación, municipio o comunidad, ninguna es más influyente que la política. Por tanto, la calidad de su clase política tiene influencia directa con la calidad de las políticas públicas y el bienestar de las personas.


Insto a los jóvenes a no despreciar ni rechazar la política, porque en la medida en que la gente talentosa y honesta la abandone, su espacio será ocupado por la incompetencia, la mediocridad y la corrupción.

Por tanto, no hay misión de servicio más elevada y trascendental que dedicarle a la política nuestra atención y preferencia, desde cualquier ámbito de vida que elijamos. Desde interesarnos por ella y participar como ciudadanos para influirla, hasta dedicar nuestras vidas a su servicio.

Hacer política es responsabilidad de todos, en mayor o menor medida. Una sociedad amable, compasiva, justa y solidaria es la mejor herencia colectiva que podemos dejar a nuestra descendencia. Y, créanme, puede ser la fuente más grande de satisfacción para una vida bien vivida.


Washington DC, noviembre 2023





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