Milei (ANÁLISIS)
Habiendo perdido el debate, Milei aún puede ser presidente, por el peso de la realidad y la crisis argentina. Pero el debate nos deja una lección de lo importante que es la adaptación del líder de la oposición a su futuro papel de presidente.
Milei no puede hacer más de lo mismo si quiere gobernar. Sus habilidades como crítico, opositor y agitador se pueden convertir en defectos a la hora de administrar una nación. Eso es lo que su debate le debe enseñar.
Milei lo hizo mal en el debate. Perdió. Pero aún puede ser presidente porque la alternativa de que Sergio Massa desgobierne sería peor.
Sin embargo, Massa fue impecable debatiendo. Un prestidigitador, encantador de serpientes y seductor de pasiones negativas como el mejor de los populistas. Un verdadero lobo en piel de oveja que ofrece defender a las ovejas del supuesto lobo en la foresta: Milei.
Milei no tenía estrategia y olvidó sus mejores frases. Sólo tenía que recordarle a la gente que no se puede cambiar haciendo lo mismo por los mismos, la “casta”. Que por qué no hicieron antes, en décadas de peronismo, lo que ofrecen hoy. Y repetir, y repetir.
Finalmente, Milei podía haber rematado a Massa como economista. El ministro de economía del régimen más corrupto, inepto e inflacionario, queriendo repetirse. La esencia del populismo económico peronista es mantener a la población pobre y dependiente de las dádivas del régimen/gobierno, en forma de limosnas/bonos discrecionales, dispendiados por la “casta” a sus protegidos.
Lo que los peronistas ponen con bonos en el bolsillo derecho de la gente, se lo quitan por el bolsillo izquierdo con la inflación. Ese es el robo permanente y disimulado de la izquierda que necesita pobres que dependan del favor político para subsistir. El mismo engaño del aumento permanente de sueldos en inflación: los sueldos suben por las gradas, y la inflación por el ascensor.
“¿Y vas a quitar los subsidios? Sí o no; ¿y vas a subir las tarifas? ¿Sí o no? Sííííí! Debió haber respondido Milei. Porque sin inflación, las tarifas podrán subir al doble, pero los ingresos de la gente en una economía libre y ordenada debieran subir lo suficiente y más como para pagar tarifas reales que garanticen el servicio. Porque el servicio más caro es el que no está disponible. Si no hay agua, ¡la tarifa del agua es infinita!
Volviendo al debate. Un debate puede ser escrito, hablado/radio o actuado/televisión. En televisión, uno no escucha el debate tanto como lo “ve”. Por tanto, el lenguaje corporal es importantísimo. Si alguien corta el audio del debate y sólo observa la imagen, es probable que acierte en quien ganó el debate. En ello Massa fue impecable. Lució más “presidencial” que Milei, y sonó igualmente.
Lo que me recuerda al debate mío con Carlos Palenque, prácticamente el primero y más memorable de nuestra nueva era democrática. Jeffrey Sachs me puso en contacto con el famoso “gurú” de los consultores políticos y pionero de ese oficio, Joseph Napolitan. Famoso por haber hecho presidente a John F. Kennedy.
Sin venir a Bolivia, dada su avanzada edad, Napolitan me envió “kilómetros” de instrucciones vía télex, preparándome para mi debate contra el legendario “Compadre”, maestro de la televisión y radio, y eximio manipulador de emociones, quien pretendía desalojarme de la Alcaldía de La Paz. Grande fue la sorpresa cuando le pude ganar el debate gracias a una estrategia correcta y el elemento de sorpresa, producto de la investigación de campaña, siempre útil.
Milei no puede hacer más de lo mismo, aunque le hubiera servido en campaña, si quiere ser un buen presidente. Adaptarse, es el nombre del juego y la responsabilidad del cargo.
Ronald MacLean fue cuatro veces alcalde de La Paz
y ocupó cinco carteras de Estado.
“Si hay un idiota en el poder, es porque quienes lo eligieron están bien representados”
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