Carta abierta a Evo Morales
Estamos viviendo el glorioso parto de una nueva democracia en Bolivia. Nueva, porque ha trascendido de ser meramente electoral y se ha convertido en una verdadera causa maravillosa, que ha unido a los bolivianos y los ha movilizado de una forma nunca antes vista en nuestra historia. Y no sólo en Bolivia, sino en varios continentes del mundo. Nos hemos unido y reunido entre miles y miles: “¿Quién se rinde?… ¡Nadie se rinde! ¿Quién se cansa?… ¡Nadie se cansa! ¿Evo de nuevo?… ¡Huevo carajo!”.
Esta extraordinaria unidad nacional de collas, cambas, chapacos, guaraníes, aymaras, quechuas y muchos más sólo se compara pálidamente con la cohesión que produjo la trágica Guerra del Chaco. Hoy esa unión es el producto de la grosera violación de la voluntad mayoritaria del pueblo boliviano que dijo ¡no!, ¡basta! al abuso de poder, corrupción y matonaje de un régimen de 13 años, que ha llegado a su final. Sólo queda esperar cuánto tiempo le tomará morirse y a qué costo en vidas humanas, miseria y degradación, así como la maldición que ha caído sobre Venezuela.
Cuidado Evo, los bolivianos no toleramos que se asesine gente por el motivo que fuere. Los muertos le costaron la presidencia a Gonzalo Sánchez de Lozada, aunque no está claro quiénes fueron los verdaderos responsables de aquello. Los muertos le costaron la vida, colgado de un poste frente al Palacio de Gobierno, al bueno de Gualberto Villarroel. Cuidado Evo, no llegues a eso.
No sigas el consejo de Maduro que te exige resistir para no ser él sólo el único genocida de América. Los bolivianos no somos caribeños, no matamos. “Ama sua, ama quella, ama llulla”. No olvides. Ya tu hermana vaticinaba el 2006 que “Evo podría salir como Goni… o peor”. Aún tienes tiempo. Para y reflexiona.
En democracia no hay ganadores absolutos e infinitos. Los perdedores también ganan. Ganan la posibilidad de regresar. Paz Estenssoro tuvo que sufrir destierros por casi 20 años para regresar y hacer una gran presidencia en 1985. Él tuvo la inteligencia de tomar un avión y salir al exilio luego de haber forzado su tercera reelección inconstitucionalmente, en 1964. Pero no enfrentó a los bolivianos.
Hugo Banzer tuvo que dejar el poder después de un fraude electoral generalizado, cuando el propio candidato favorecido, Juan Pereda, pidió la anulación de las elecciones en 1978, y luego lo derrocó con un golpe militar. Después de siete años, Banzer regresó ganando unas elecciones limpias y finalmente logró la presidencia 12 años después, convertido en un demócrata.
Entiende, Evo, que eres víctima aparente de tu propio éxito. La bonanza boliviana de estos años, que no es otra cosa que el resultado de precios estratosféricos de nuestro gas y otras materias primas, ha formado dos generaciones de jóvenes que habiendo salido de la pobreza, se han educado conectándose al mundo por internet y adoptando los valores occidentales de libertad, dignidad y autoestima que permite la democracia. Son demócratas ante todo y sobre todo. Luego podrán ser socialistas, liberales, o lo que fuera, pero no quieren tener que emigrar como refugiados de la violencia y la miseria, como nuestros hermanos venezolanos.
Esas generaciónes no quieren que te conviertas en un Maduro. Los Castro, Chávez y Ortegas sólo pueden gobernar sobre pueblos empobrecidos, derrotados y sometidos, en los que sus clases medias e intelectuales han tenido que huir por millones. Los bolivianos, ahora más prósperos, no queremos ello.
Evo, aún estás a tiempo, sal por la puerta grande y date la posibilidad de regresar si el pueblo te llama, y si no es por ti, hazlo por la gente que creyó en ti, y que aunque no coincidamos, ellos también son bolivianos, nuestros hermanos, con quienes aspiramos a vivir en libertad, igualdad y fraternidad, garantizándoles sus derechos, como tú no garantizas los nuestros.
Sal por la puerta y sálvate para la historia. Pide la anulación de las elecciones fraudulentas, termina tu mandato en enero y entrega el gobierno al candidato que se beneficie del repudio a tu testarudez de “meterle nomás”, y a tu reiterada violación a la Constitución. Evita la humillación de perder en una segunda vuelta, y como hizo Saúl Menem, da un paso al costado.
Evo, ¡te están utilizando! Recuerda que uno no se lleva nada al otro mundo y sólo deja el testimonio de su vida, buena o mala, para la historia.
Ronald MacLean fue alcalde de La Paz
y ministro de Estado en Bolivia.
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