Cuarentena para una candidatura


De los delitos de corrupción que se tiene memoria en Bolivia, el último, referido a la compra sobrepreciada de los respiradores españoles, es el más ruin. No porque se hubieran robado más de tres millones de dólares que de por sí es una grosería, aunque una bicoca comparado con los negociados del MAS, que volaban en los centenares de millones. Pero el reciente negociado de ventiladores sucede cuando la gente se está muriendo por falta de auxilio precisamente de esos equipos.

Además de robarse la plata, el gobierno de Añez ha demostrado una extrema ineptitud al comprar los aparatos equivocados gastando más que lo que cuestan los más avanzados, aptos para el cuidado intensivo. Lo que han comprado son respiradores de ambulancia para evitar el colapso de los pacientes graves en camino al hospital, donde podrían llegar vivos para después, lamentablemente, morirse por falta de los respiradores permanentes de sala de cuidados intensivos.

Ya nos asaltaron serias sospechas cuando se forzó la renuncia del anterior Ministro de Salud y la opinión publica cuestionó los antecedentes del remplazante. No podemos adelantar juicio hasta que la justicia, en forma imparcial, determine las responsabilidades de este crimen y señale claramente a sus responsables, no importando cuán alto lleguen, pero la ciudadanía no se conformará con la condena de los mensajeros.

Estos son los peligros de tener un gobierno transitorio aferrado al poder y en campaña electoral propia, con la incertidumbre de ratificarse en las próximas elecciones. Un gobierno instalado sobre la estructura masista que no ha querido desmontar y que, por el contrario, se ha convertido en el heredero de la gigantesca máquina de robar que construyó el MAS. Sistema de gobierno que, de no desmontarse, infectará a cualquier próximo gobierno.

Para todo efecto práctico, este gobierno es la continuación famélica de la gestión masista y nos está conduciendo a un proceso electoral con el “fraude oculto” que instaló el MAS en el sistema de distritación electoral amañado para favorecer a su electorado cautivo, a cuyos distritos no permite el ingreso de las campañas de oposición (sin que el Tribunal Electoral se dé por aludido), con un padrón electoral no depurado y al ritmo de urgencia o dilación de acuerdo a su conveniencia electoral.

Es el problema de haber encargado el gobierno a la señora Añez,para que éste sea el árbitro imparcial de la contienda electoral, y ella haya secuestrado el poder para ser una jugadora más, usando el aparato del Estado como su estructura y maquinaria electoral. Lo mismo se denunció del MAS, en su momento, sobre esta forma de fraude preelectoral cometido por Evo Morales en sus reiteradas reelecciones.

No sé cuántos en su sano juicio quisieran votar por Juntos, con Añez a la cabeza, en las próximas elecciones, para que sea este partido el que nos gobierne de forma permanente. Pues si de algo ha servido este interinato ha sido para convencernos de que el derrocamiento de Morales y el MAS no era para repetir un gobierno corrupto y abusivo, como el que se ha convertido el actual. Ello es algo que no queremos los bolivianos y que ha convertido al gobierno transitorio en uno que en efecto está coludido con el aparato estatal del masismo.

Este es un gobierno que ha dejado de ser de oposición al MAS y se ha infectado con el mortífero “corrupta-virus”. Un gobierno cuya única salvación es llamar a elecciones tan pronto como la seguridad sanitaria lo permita y desistir de su candidatura, espuria de origen, y que ha precipitado su contagio.

En suma, los bolivianos debiéramos declarar la candidatura de Añez y Juntos en cuarentena indefinida. El “corrupta-virus” ha matado su candidatura, sin respirador que la salve. Y la oposición democrática no le prestará ese respirador.

Este es un gobierno al que la oposición democrática no se le debe acercar ni con barbijo, ni con traje de bioseguridad. Cualquier proximidad con Juntos contagiaría a la oposición, infectándola por contacto con el neomasismo, que es en lo que se ha convertido este régimen.

Ronald MacLean fue cuatro veces alcalde de La Paz y ocupó cinco carteras de Estado en Bolivia.

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